Hola Emy,
no puedo asimilar tu muerte. Aún no me creo que no podamos abrazarnos más, nuestros abrazos fuertes, intensos, abrigadores, amantes... Nuestras charlas profundas, sinceras...
No pude estar allí, cuando más me necesitabas, a la hora de tu muerte. No supe que estabas enferma. Sabías que hubiera hecho de todo por llegar, por acompañarte. Tengo un presentimiento casi real de que no fuiste feliz, de que te dejaste morir. Creo que hubiera podido hacer algo para que eso no sucediera, al menos de esa manera. Ojalá me equivoque.
¡cuánta magia, cuanta belleza vivimos! ¡qué especial fue todo para nosotras!
Tu muerte me arrebató -nos arrebató- un futuro intenso.
Siento que una parte de mí ha sido cortada, irremediablemente.
Emy no tengo más palabras ahora. El silencio me las agotó todas.