Calle Corrientes

Para los que amamos Buenos Aires
la calle Corrientes es
un corazón palpitante.
Es un pájaro y sus alas nuestros sueños,
miles de sueños ardientes y hermosos en un vuelo.
Es una ventana
y si vos mirás
vas a encontrar todos los rostros.

La calle Corrientes es un nido de amor
habitada por apasionados y delirantes,
por enamorados y poetas,
por idealistas y descreídos.
En la calle Corrientes siempre habrá un rincón
para acurrucar las nostalgias
las angustias
las soledades amargas.

Nuestra ternura es la brisa
que te toca la cara,
y esa danza de luces
está hecha de lágrimas.
Esta calle que es casa
de los que no tienen nada,
también supo ver la muerte
y el dolor, de la vida arrebatada:
sangre que absorbió esta calle,
sangre que se convirtió en magia.

Por eso cuando andás por Corrientes
cada paso no es un paso:
es una gota de eternidad levantada.
Vibra con tu ser y se libera
a brillar con el sol y las estrellas.
Por eso para nosotros
- los que amamos Buenos Aires –
cuando estamos lejos la calle Corrientes es
una herida abierta y buscamos
alguna explicación que jamás encontraremos,
a menos,
que otra vez nuestros pasos
nos hagan vibrar al transitarla
y comprendamos,
que la calle Corrientes
no es calle ni mito:
es un sentimiento y es un pasadizo
al corazón mismo
del Universo.